HOMENAJE
A
LUCIANO LONDOÑO LÓPEZ
El Martes 24 de junio de 2008, en la Inauguración del Festival Festitango Medellín 2008 se rendió merecido homenaje al reconocido gardeliano Don Luciano Londoño López
ORLANDO RAMÍREZ CASAS (*)
Cuando se le ve venir con su aire de estudioso, de estudiante piloso, de los que llamaban “nerd” los muchachos de la generación de hace unos años y llamábamos “mazo” los de mi generación, no lo supone uno amante del tango y de la música de la Argentina. Tampoco lo supone uno conocedor de la salsa y de la música del Caribe. Es que esas son músicas bohemias. No son músicas de estudio degustadas a punta de café y cigarrillo, sino músicas de taberna vividas entre brumas de cigarrillo y de licor.
– Es que yo fui “guayaquilero” y tengo alma bohemia –aclara.
Fue “guayaquilero”, puesto que gran parte de sus actividades laborales las realizó en ese trajinado barrio de Medellín. Entonces ahí, de contracorriente, donde los demás iban a divertirse, él iba a trabajar. Nadie se hubiera imaginado que, mientras aireaba códigos con un oído, escuchara música con el otro. Sólo que, a diferencia de los demás, él no sólo la oía sino que la asimilaba y la hacía parte de su patrimonio cultural. Mientras unos acumulan dinero, o coleccionan monedas o estampillas, él colecciona música. Hizo de su cabeza una computadora que recuerda e identifica ritmos, títulos, autores, compositores, orquestas, intérpretes. En su biblioteca arruma libros leídos sobre el tema que son soporte al alcance de la mano. Ha construido una red de corresponsales virtuales que lo ayudan a resolver dudas y a dirimir controversias.
– Quién iba a pensar que mientras trabajabas sacabas tiempo para aprender de música –le dije.
– Yo no estudié música. No distingo una corchea de una semicorchea. Me embisten los bemoles y los sostenidos –responde.
– Pero sabés de oído. La mayoría de nosotros aprendemos de oído.
Aprender sí. Es que todo lo que asume lo asume a fondo, con pasión. Es un maniático de la perfección. Detesta las mediocridades y las medianías y las inexactitudes. “Uno no puede darse el lujo de dar un dato falso en privado y menos que puede lanzarlo al aire en público y todavía menos puede escribirlo. Todos los datos tienen que ser confrontados, todas las opiniones deben soportarse en argumentos”. No va con fantarronadas. Paso a paso se ha ganado su prestigio de ser una “Biblia” consultada por muchos, respetada por todos.
La Alcaldía de Medellín, al conmemorar otro aniversario de la muerte de Carlos Gardel, le hará un homenaje al fallecido escritor antioqueño Manuel Mejía Vallejo por la contribución de su novela “Aire de Tango” al prestigio tanguístico de la ciudad, al poeta uruguayo Horacio Ferrer por sus letras y a Luciano Londoño López, por su mucha labor a favor del tango y por representar a nuestra ciudad en la Academia Porteña del Lunfardo.
Por sus conocimientos es, desde hace años, Académico Correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo y de la Academia Nacional del Tango (ambas de Buenos Aires, Argentina) y Asociado correspondiente de la Academia de Tango de la República Oriental de Uruguay; y ha procurado estar a la altura de esa pertenencia. Ha cultivado su amistad con personajes del tango. Pero en ésta, como en todas las actividades que emprende, ha puesto un empeño sobresaliente, y entonces fue escogido como miembro correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo. No son muchos los que llegan allí y deben soportarlo con trabajos serios y concienzudos sobre los temas que los ocupan.
– Es un honor compartir trabajos con sus miembros y compartir mi amistad y afición por la música popular con personas de la categoría de don José Gobello, don Ricardo Ostuni, el Dr. Luis Adolfo Sierra, el maestro Julio de Caro, don Horacio Ferrer, don Nelson Bayardo, don Eduardo Payssé-González, don Jorge Götling, don Miguel Ángel Morena, don Roberto Selles, don Gaspar Astarita, don Oscar Himschoot, don Hernán Restrepo Duque, don Carlos Serna, don Héctor Blotta y muchos otros que han escrito sobre tango en Argentina, Uruguay, Puerto Rico, España y Colombia. Aparte de personajes reconocidos en el mundo de la música caribeña como Cristóbal Díaz Ayala, Jaime Jaramillo Suárez, Pedro Malavet Vega, César Pagano, Julio Oñate, etc. –dice, sin ocultar su orgullo.
A él podrá reprochársele el apasionamiento con que defiende sus posiciones, pero no puede tachársele de descuidado. Cuando afirma algo, lo hace con fundamentos y convicción.
– No sé por qué me escogieron para ese homenaje ni que razones tendrían para ello–me dice–. No es fácil hacerme un reconocimiento así.
Tiene razón. No debió ser fácil seleccionar el nombre de alguien que ha controvertido tanto, tantas veces, por tantas razones. “Es que los argumentos a favor de la tesis de que Gardel es uruguayo son contundentes. Lo del Gardel argentino ni siquiera se discute y lo del Gardel francés es una tesis que se va cayendo por su propio peso”. Esa discusión es muy fácil de solucionar, Luciano –digo–. Basta con aplicar la prueba del ADN.
– Es justamente lo que yo he venido sosteniendo y no de ahora. Hasta hice un curso de medicina forense para poder entender lo de la contundencia de esa prueba.
Ahí está pintado. No se limita con imaginarse las cosas. Tiene que profundizar en ellas y llevar sus análisis hasta las últimas consecuencias.
– Es curioso que los gardelianos sean tan apasionados, Luciano, le juegan a todo o a nada.
– Muchos gardelianos ni siquiera son gardelianos. Hablan de Gardel (porque lo tienen como una iconografía), pero oyen a otros cantores. A la hora de la verdad, de Gardel, pocón-pocón.
Eso es cierto. De igual forma sostiene que los antioqueños nos estancamos en el tango de los años cuarenta y cerramos los oídos a lo que vino después.
– Tú vas al estadio y ves que se llena para ver jugar al Nacional o al Medellín. Pagan su entrada y no preguntan el por qué de su precio. Cualquier cifra les parece poca para la emoción que les proporciona un buen partido. Pero cuando se presenta un grupo de tango, en alguno de los teatros acondicionados para ello, el aforo no pasa del 70 a duras penas. Aquí nos gusta el tango siempre y cuando sea gratis, porque no tenemos una cultura de pagar por un espectáculo que tiene su precio y es un costo que hay que cubrir.
Tiene un inconveniente, Luciano. Dice las verdades a boca llena y no las disfraza ni las camufla. Eso molesta a algunos. Pero cuando uno las analiza y termina por solidarizarse con los argumentos que expone, lo entiende.
No va a ser fácil para él subir al escenario para recibir ese homenaje, porque es un “cusumbo solo” y él mismo lo reconoce. “No me gustan las multitudes ni las aglomeraciones. Prefiero comunicarme por teléfono o Internet, de la misma manera que antes me comunicaba por carta”. Pero, le decimos, en este caso vas a tener qué ir. Se trata nada menos que de un merecido homenaje.
– Allá iré, por agradecimiento. Y por corresponderle a los que propusieron mi nombre, por el reconocimiento que me hacen.
Hubiera preferido que el homenajeado fuera otro y ver el acontecimiento por la televisión, pero es él y, a pesar suyo, allí estará.
(*) Escritor de Medellín, Colombia